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 In memoriam 

Moisés González Navarro (1926-2015)

Guillermo Zermeño Padilla

Nunca es tarde para recordar; nunca es tarde para volver al momento de la desaparición de un ser querido, de un académico tan apreciado como el Mtro. Moisés González Navarro. Se fue sin decir adiós; casi en silencio. Sin ruido. Hasta el final su vida fue la de un trabajador incansable al servicio de la historia. Su ausencia, empero, deja la estela de una obra amplia, rica en matices, rigurosa, sobre un pasado que inquieta todavía a la sociedad mexicana. Entre otras cosas, fue un experto en calar y poner a prueba las verdades y los mitos de tres figuras del siglo XIX: Santa Anna, Juárez y Díaz. Una obra, como la historia, siempre abierta e incompleta. Por eso, no deja de asombrar su labor titánica: intentar dar coherencia al acontecer, del cual solo quedan sus fragmentos; pequeños islotes, sobre los cuales, ese viajero y explorador del pasado, se afana en tocar tierra firme.  

Gracias a la historia nos vinculamos una tarde de 1974. Buscaba en la historia una respuesta a problemas y enigmas del presente; si acaso, disponer de una anticipación del futuro. El maestro González Navarro dirigía el seminario de historia contemporánea en la Universidad Iberoamericana dentro del programa de maestría en historia. Entonces ya era un experto reconocido en la historia social; esa disciplina, a medio camino entre otras disciplinas, surgida a la par con el magno proyecto sobre la Historia Moderna de México iniciado en 1950 y dirigido por Daniel Cosío Villegas. Su libro sobre la “vida social” del porfirismo lo consagró como historiador, después de haber publicado sus tesis sobre Alamán y Vallarta.

Como historiador, González Navarro me enseñó a valorar el trabajo de archivo y de fuentes documentales. Me animó a visitar esos lugares, en los que parece detenerse el tiempo, y sentir la fascinación que se experimenta al distanciarse de los lenguajes y la dinámica propia del presente. Una forma particular de enfrentar y re-volver los lugares comunes de los que está hecho el discurso de la historia; de establecer un contrapeso ante el mundo de creencias e ideologías dominantes, del signo que sean.  Y atisbar en esos viajes multitud de voces silenciadas u ocultadas, traspapeladas, que invitan a preguntarse una y otra vez sobre la naturaleza del pasado y su relación con el presente. Con su ayuda, su cercanía y su compromiso con el trabajo de investigación, fue que pude confirmar mi vocación por la historia y sus conexiones con la vida que transcurre; descubrí que en la historia se juega también la vida del historiador. Que la historia es un modo de viajar y vivir entre mundos dispares: el del presente y el del pasado.

Moisés González Navarro entregó su vida a la historia y a la institución que la hizo posible: El Colegio de México. Digno representante de la primera generación de profesionales de las ciencias sociales y humanidades. Formado como jurista y como científico social, encontró en la historia su vocación. Tuvo la suerte de estar rodeado de algunas de las grandes figuras de ese momento y de saber aprender de ellas: Agustín Yañez, José Medina Echevarría, Silvio Zavala, Daniel Cosío Villegas, Arturo Arnaiz y Freg, Alfonso Reyes, Víctor Urquidi, José Gaos, José Miranda, entro otros. Tuvo también excelentes compañeros y colegas como Luis González, Francisco Calderón, Berta Ulloa, Emma Cosío, Josefina Vázquez, Pablo González Casanova, Luis Villoro, Enrique Semo y otros muchos. La historiografía mexicana del siglo XX tiene grandes figuras. González Navarro es, sin duda, una de ellas.

Fue también hijo del régimen de la Revolución mexicana. En particular simpatizaba con una doble vertiente: la zapatista y la maderista. Su historiografía se mueve en ese lugar intermedio, fuente de tensiones y preocupaciones, las de la justicia con los más pobres y humillados, y las de la verdad entornada en el respeto a la democracia y la tolerancia. Vivió y escribió la historia, en ese sentido, entre Zapata y Madero. La historia fue para él un asunto de vida y muerte hasta el último día.